* La Política no debe interferir en la Seguridad Aérea
REPERCUSIONES DE LA PEOR TRAGEDIA AÉREA DE UN CONTINENTE: LA POLÍTICA NO DEBE INTERFERIR EN LA SEGURIDAD AÉREA
* Politics should not interfere in Aviation Safety
Debido a las particularidades de la malla aérea mundial, muchos países pequeños dependen del sistema aéreo de ciertos gigantescos países para viajar de un continente a otro. Pero en los últimos tiempos la aviación de uno de estos países estuvo pasando por muchos sobresaltos. Lo llamativo es que el último gran accidente aéreo ocurrido en esa región estuvo generando una reacción inédita: una ola de manifestaciones contra los políticos.
El accidente del 17 de julio de 2007 fue el peor del continente, pero de alguna manera, fue menos chocante que el del vuelo 1907, que colisionó con otro avión sobre la jungla en setiembre del año 2006. Aquel sí que fue una sorpresa, pero el que vino después, era de alguna manera esperado. Es que al accidente del vuelo 3054 hay que colocarlo en el contexto de lo que estuvo sucediendo en el tráfico aéreo del país en cuestión.
Luego del accidente del año 2006, en el que murieron 154 personas, el Ministro de Defensa, del que depende la Aeronáutica civil en el país en cuestión, repetía una y otra vez que el sistema de Control de Tráfico Aéreo no tenía nada que ver. Hacía poco tiempo había sido modernizado a un costo muchas veces multimillonario, con nuevos radares y sistemas de comunicación, que también servirían para las actividades militares. Existió una enorme presión para culpar a los pilotos del otro avión (que consiguió aterrizar con daños menores) y más de una vez se mencionó la nacionalidad de ellos (estadounidenses) en tono negativo. Se llegó inclusive al extremo de que la Justicia intervino antes de que se tengan datos ciertos sobre lo que sucedió, y los pilotos extranjeros quedaron retenidos a cargo de la Policía.
EMBOTELLAMIENTO AÉREO
Pero poco a poco se vio que la historia no estaba completa. Cuando empezó a quedar claro que hubo errores al asignársele la ruta al pequeño avión (que lo colocaría en rumbo de colisión con el avión de aerolínea), los controladores empezaron a sentirse presionados. La reacción no tardó en aparecer, con un cumplimiento más riguroso del número máximo de aviones dirigido por cada controlador y más restricción al incesante flujo del tráfico aéreo. Inevitablemente, comenzaron a aparecer demoras.
La explicación de los controladores era que ellos estaban sobrecargados de trabajo, y que la culpa de la situación límite en la seguridad del tráfico aéreo era la falta de personal y de infraestructura. Quedó evidente que las reformas multimillonarias eran insuficientes: el choque entre los dos aviones sucedió fuera del alcance de los nuevos radares y de la radio.
A lo largo de los meses la lentitud en las operaciones se fue agravando, hasta que al llegar el fin de año el tráfico estaba casi colapsando. Las aerolíneas, incapaces de cumplir los horarios, empezaron a cancelar vuelos. Miles de pasajeros tuvieron que pasar el Año Nuevo en las salas de espera de los aeropuertos.
La relación entre las autoridades y los controladores se volvió cada vez más tensa, especialmente porque estos son en su gran mayoría personal militar, sin derecho a reclamar del accionar de sus superiores. Se ensayaron breves huelgas, pero los líderes acabaron en el calabozo, acusados de amotinamiento.
Mientras tanto las autoridades no conseguían dar respuestas coherentes. Para ellos no había crisis, a tal punto que el Ministro de Hacienda llegó a decir que las largas filas en los aeropuertos era fruto de la prosperidad del país. Cuando le preguntaron a la Ministra de Turismo, sexóloga de profesión, qué debían hacer los viajeros que enfrentaban las tortuosas horas (e inclusive días) en las salas de espera, ella respondió: “relajarse y disfrutar”.
Los analistas atribuían el embotellamiento al hecho de que el transporte aéreo en el país en cuestión estaba creciendo 12 % al año, principalmente desde la llegada de las aerolíneas de bajo costo, pero el gobierno no estaba ampliando la infraestructura. Los impuestos y tasas aeroportuarias simplemente se estaban desviando para otros gastos dentro de la burocracia gubernamental.
EL PUNTO MÁS CRÍTICO
El nudo más criticado era probablemente el aeropuerto que tenía el mayor movimiento: estaba en el centro de la mayor ciudad del continente, pero tenía sólo una pista dedicada a las aerolíneas, atendiendo cerca de 38 aviones por hora. Y lo peor era que la seguridad era marginal: la pista es muy corta, de unos 1900 metros (la pista del aeropuerto de la ciudad capital de un pequeño país vecino tiene 3400 metros), no tiene área de escape en las cabeceras (dan directamente a la calle y a los edificios) y lo más criticado por los pilotos: se volvía muy resbaladiza cuando llovía. Hubo tantos casos de aviones que derraparon y terminaron en el césped, o directamente en las avenidas, que se resolvió repavimentarla a comienzos del año 2007.
Pero el descontento siguió, porque se gastó mucho más en reformar los edificios de la terminal de pasajeros, y lo último que se reinauguró fue justamente la pista, con el sistema de drenaje incompleto. En el primer día de lluvia varios pilotos reclamaron que la pista para aerolíneas estaba más resbaladiza que antes, e inclusive al día siguiente un avión terminó derrapando hasta el césped.
En el tercer día el que se despistaba era el vuelo 3054, matando a 199 personas.
LECCIONES NO APRENDIDAS
Como un eco de lo ocurrido en el año 2006, inmediatamente después del accidente el director del ente encargado de los aeropuertos del país empezó a repetir a diestra y siniestra que la pista corta y resbaladiza no tuvo nada que ver.
En conferencia de prensa, la aerolínea declaró rápidamente que el avión estaba en impecables condiciones técnicas.
Pero, en medio de las lágrimas, los allegados de las víctimas empezaron a mostrar rabia.
El accidente ocurrió al final de la tarde, pero tuvieron que esperar hasta la madrugada para tener una primera versión de la lista de pasajeros. Y la lista fue cambiando con el correr de los días, a medida que se iba descubriendo que había más personas a bordo. Como dijo un familiar, la aerolínea exigía que los viajeros se presenten horas antes del embarque para hacer el "check-in", pero después no sabía quién subió al avión y quién no.
El primer contacto que tuvo el presidente de la empresa con los familiares aparentemente tuvo muy poco tacto: apareció escoltado por los representantes del seguro. Los afectados todavía no enterraban a sus muertos, pero los ejecutivos ya se estaban centrando en las indemnizaciones. Como dijo otro familiar, era como si sus aviones transportaran ganado, y que con pagar una suma se arreglaba todo.
Los funcionarios estatales, encargadas de velar por el bienestar de los ciudadanos, seguían con sus declaraciones infelices. Asesores del presidente fueron vistos en pleno Palacio de Gobierno celebrando (con gestos obscenos) la revelación de que el avión despistado no disponía de su sistema técnico de frenado completo.
Un corresponsal hizo notar que el presidente discurseó ante su pueblo recién al tercer día; después, inclusive, de que hayan llegado las condolencias de presidentes extranjeros. No anunció sanciones administrativas, pero ordenó que la pista sea investigada por la Policía (!?). Luego se ofrecía la construcción de un nuevo aeropuerto, en un lugar bien alejado, como la solución.
El intendente de la ciudad opinó que sería más sensato, rápido y simple expropiar el área habitada cerca de las cabeceras actuales. Los pilotos apuntaron que uno de los obstáculos principales era un hotel de 11 pisos a apenas cuadras del punto de aterrizaje, lo que estorbaba mucho la maniobra de aproximación. Hasta ahora nadie sabe cómo el empresario dueño del emprendimiento había conseguido el permiso de construcción.
Mientras tanto, cuando los restos del avión accidentado todavía estaban humeantes, el presidente del ente regulador de la aviación civil del país se presentaba a un acto castrense para ser condecorado por “méritos relevantes al servicio de la Aviación”.
En un momento en donde es necesario serenidad y humildad para escuchar a los especialistas en aeronáutica en busca de soluciones, el director de aeropuertos rechazó una sugerencia de la Federación Internacional de Controladores de Tráfico Aéreo de una asesoría extranjera para mejorar la seguridad aérea, diciendo: “¡el accidente es nuestro, el avión era nuestro, los muertos son nuestros, no tienen por qué entrometerse!”, olvidándose de los innumerables vuelos internacionales que su país recibe cada día.
La intromisión política en la seguridad aérea subió de tono cuando dos diputados exigieron que se les deje participar de la escucha de la grabadora de voces de la cabina y de la lectura de la grabadora de datos de vuelo, que realizaban a puertas cerradas técnicos del fabricante del avión, del fabricante de los motores, representantes de la aerolínea y del organismo técnico de investigación de accidentes aéreos. El director de la investigación técnica respondió calmamente que el objetivo de toda investigación es detectar cuales fueron los factores causantes del accidente, para elaborar recomendaciones a fin de evitar que estos factores se repitan. No es función de la investigación mandar a nadie a la cárcel, inclusive porque esto haría que muchos testigos se abstengan de declarar y aportar datos útiles. Recordó inclusive que procedía así en virtud de tratados internacionales sobre el tema. La respuesta de los diputados: “¡Nos van a entregar los datos técnicos aunque sea a la fuerza!”
Mientras tantos, miles de aviones similares al accidentado siguen volando alrededor del mundo, entrando y saliendo de numerosos aeropuertos enclavados en el centro de grandes ciudades, con pilotos a la espera de recomendaciones sobre cómo operarlos de manera más segura.
A. L.
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Basado en un artículo publicado en ABC Color, el 13 de agosto de 2007. Fotografía: lúgubre local del trágico impacto del vuelo 3054, con destrozos de la aeronave lamentablemente accidentada todavía visibles. Crédito: Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos / Comando de la Aeronáutica.