* El cuerpo humano y la altitud

PREOCUPACIÓN POR LA SALUD Y POR EL “FAIR PLAY”: EL CUERPO HUMANO Y LA ALTITUD

* The human body and altitude

Los seres humanos tienen la capacidad de vivir en las montañas, inclusive hasta los 8000 m, pero para que esto ocurra deben primero pasar por un proceso de aclimatación, es decir, una adaptación del funcionamiento del organismo al nuevo ambiente, algo que lleva su tiempo. Una característica de este proceso es que no todas las personas responden por igual. Las causas de esto son todavía misteriosas.

La proporción relativa del oxígeno en el aire se mantiene casi constante en 21 % hasta altitudes de más de 21 000 metros. La presión sin embargo, cae rápidamente. Al nivel del mar la presión atmosférica normal es de 1013 hectopascales, pero a medida que vamos subiendo disminuye, de manera que a 5000 metros es de la mitad de lo normal.

EL MAL DE MONTAÑA

La complicación más común para los que suben y no están adaptados a la escasez de aire es el llamado Mal de Montaña. Fue descrito por primera vez en la literatura científica por Thomas Holmes Ravenhill, médico de las minas Collahuasi y La Poderosa en el norte de Chile, ya en el año 1913 (“Mal de Puna”). Aún así, es todavía una enfermedad misteriosa, de difícil diagnóstico. Recién en el 7mo. Simposio Internacional sobre Hipoxia, llevado a cabo en 1991, en Lake Louise, Canadá, se llegó a un consenso de que el Mal de Montaña consiste en dolor de cabeza, junto con falta de apetito, nausea, vómitos, mareo o dificultades para dormir, luego de que la persona haya ganado altitud.

En 1982, un estudio de Charles Houston en sitios vacacionales de entre 2500 y 2900 m de altitud, en las montañas de Colorado, EUA, mostró que de 3906 turistas estudiados, 12% presentaban Mal de Montaña.

Otro estudio de Buddha Basnyat y colegas, del año 2000, incluyó a 228 peregrinos a un lago sagrado del Himalaya, a 4300 m, más un grupo de control a 1300 m, donde se vio que del grupo que subió hasta el lago, 68% sufrieron el Mal.

Jennifer Vardy, John Vardy y Ken Judge publicaron un estudio más detallado en la edición de julio de 2006 de “Aviation, Space and Environmental Medicine”, con 150 turistas en la región de Solu-Khumbu, Nepal, en donde descubrieron que la incidencia del Mal de Montaña era de 0% a 2500-3000 m, 10% entre 3000 y 4000 m, subía a 15% entre 4000 y 4500 m y llegaba a 51% entre 4500 y 5000 m.

Bruce Shorts, en un artículo del año 2000, informa que los síntomas del Mal de Montaña aparecen de 6 a 12 horas después del ascenso, llegan a su máximo entre las 48 a 72 horas y para el quinto día suelen pasar. Tanto la rapidez del ascenso como la altitud a la que se llega, especialmente la altitud a la que se duerme, empeoran la situación.

EL EDEMA PULMONAR DE GRAN ALTITUD

Aparte de este mal de altura “benigno”, en casos raros pueden presentarse problemas más graves, como por ejemplo un edema pulmonar, que es la infiltración de fluidos corporales a los pulmones. Fue reportado por primera vez en 1960 por Charles Houston. Hoy en día, el consenso de Lake Louise define al Edema Pulmonar de Gran Altitud como dificultad para respirar (inclusive sin hacer ejercicio), tos, debilidad o perdida de la capacidad atlética, opresión de pecho o congestión, además de otros signos clínicos, que pueden o no estar acompañados por los síntomas de Mal de Montaña, siempre después de que la persona haya ganado altitud.

Una investigación de Tianyi Wu y colaboradores, del año 2006, descubrió que de entre 75 000 trabajadores chinos que construían una línea de ferrocarril a más de 4000 m, 0,49 % tuvieron Edema Pulmonar de Gran Altitud. Buddha Basnyat y colaboradores (año 2000) descubrieron un 5% de peregrinos con edema pulmonar a 4300 m.

Bruce Shorts (2000) indica que este mal aparece de pronto, normalmente a la noche, entre el segundo y cuarto día de la llegada. El frío y el ejercicio empeoran el cuadro. El edema pulmonar es la causa más común de muerte por enfermedades de altitud. El paciente debe bajar rápidamente para aliviarse. Es raro a menos de 2500 m.

EL EDEMA CEREBRAL DE GRAN ALTITUD

El dolor de cabeza puede aumentar hasta llegar a un incremento grave de la presión en el cerebro, inclusive con hemorragias. El consenso de Lake Louise define al Edema Cerebral de Gran Altitud como un cambio en el estado mental, o dificultad para coordinar los movimientos, en una persona que haya ganado altitud recientemente, acompañados o no con síntomas de Mal de Montaña.

El médico militar Inder Singh y colegas informaron en 1969, que durante la guerra entre China e India, 1,25% de los soldados que fueron aerotransportados a 3500 m en el Himalaya, presentaron edema cerebral. Otro estudio, de Peter Hackett, Drummond Rennie y Harry Levine, publicado en la revista especializada Lancet, del 27 de noviembre de 1976, mostró que 1,8 % de los montañistas que subieron a 4200 m, en la región del Everest, tuvieron el mal. Wu y colegas (2006) encontraron un 0,26% de trabajadores con edema cerebral a 4500 m.

Shorts explica que este mal suele aparecer al quinto día, y si no se trata, es fatal. Hay que descender inmediatamente. Esta enfermedad es rara a menos de 2500 m.

EN EL FÚTBOL

La ciudad de la Paz, con sus 1,6 millones de habitantes, está ubicada en un valle que va de 3000 a 4100 metros sobre el nivel del mar. Para tener una idea de lo alto que está, basta una anécdota: cuando la recordada aerolínea Braniff, que tenía la concesión desde Estados Unidos hacia esta región, compró sus primeros aviones a chorro en 1960, la Boeing tuvo que desarrollar una versión especial del 707, exclusivamente para esta ruta. Uno de los problemas era que al llegar a La Paz y abrir la puerta, a 4100 m, la alarma de presión interna de la cabina (que está a 2500 m y no debe pasar de 3000) sonaría, e inclusive las mascarillas de oxígeno (calibradas para 4200 m) podrían desplegarse.

Un estudio liderado por Tom Brutsaert y colaboradores, presentado en el año 2000, incluyó a 20 jugadores de los clubes The Strongest (de La Paz), Blooming y Oriente Petrolero (de Santa Cruz), y de la Selección Nacional Boliviana. Once jugadores vivían y entrenaban en La Paz (3600 m) y 9 en Santa Cruz (420 m sobre el nivel del mar). Se descubrió que el consumo de oxígeno de ambos grupos era mayor en Santa Cruz, y por tanto el rendimiento mejora para todos. Como era de esperarse, el consumo de oxígeno disminuye en La Paz, pero para los jugadores del altiplano la caída era de sólo 13 %, en cuanto que para los jugadores del llano boliviano la pérdida era mucho mayor, de 20 %.

Adicionalmente, un levantamiento del Dr. Enrique Vargas, en que se estudiaron 134 jugadores internacionales durante 8 partidos de la Copa Libertadores de América y 4 de las Eliminatorias del Mundial, jugados en La Paz en el 2000 y el 2001, mostró que 64% tenían dolores de cabeza, 42% se quejaban de fatiga o debilidad, 27% tenían náuseas o apetito disminuido, 17% tenían alteraciones del sueño y 12% vértigo o aturdimiento.

En cuanto al rendimiento futbolístico, Pablo Sitic y Jorge Flores Aguilera informaron que en partidos del Campeonato Boliviano, entre 1995 y 1997, los equipos de La Paz, lograron 225 victorias en casa, en cuanto que los visitantes del llano solamente ganaron 35 veces en dicha ciudad, o sea, las chances fueron de 84% contra apenas 16 %.

En partidos internacionales, Patrick McSharry y colegas analizaron estadísticas de 1460 juegos de las 10 selecciones sudamericanas, desde el lejano año 1900 hasta el 2004. Los resultados, publicados a comienzos de 2008, mostraron que cuando juegan dos países de la misma altitud, el local tiene 54% de probabilidades de ganar. En cambio, si una de las selecciones es de la altura y la otra no, la de la altura llega a 83 % de chance de victoria. Incluso, calcularon que cada 1000 m de diferencia de altitud equivale a medio gol más a favor del equipo de la altura. Como vemos, el tema de la altura tendría cuerda para rato.

A. L.

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Publicado originalmente en ABC Color, el 17 de marzo de 2008. Fotografía: Este cartel en un área de observación cerca del pico del Monte Evans (elevación: 4348 m), en Colorado, EUA, advierte acerca de los síntomas del mal de montaña y otros riesgos. Crédito de la fotografía: Gary Cox, 14 de julio de 2006. Con permiso de Gary Cox.